No pude tener un mejor final de año. No daba un duro por mí, pero conseguí por 3ª vez (aunque no consecutiva) la victoria en Bilbao.
Después de una temporada corta y difícil, donde los problemas en mi isquio me dejaron fuera de la competición hasta bien entrada la primavera, conseguí ganar con la cabeza más que con las piernas. Y es que esta carrera es muy especial para mí, ya que aunque ahora sea santurtziarra me siento más bilbaíno que la baldosa, y correr en mi "casa" me hace una gran ilusión.
Y aunque sea una carrera de fiesta, que nos encontramos en mitad de la preparación para la temporada de cross, yo siempre preparo con mimo. Me cuido el día antes, intento dormir bien, estar descansado y visualizar la carrera, y más ahora, que no llegaba al 100%. Lo reconozco, es una carrera que preparo con mimo.
Y a pesar de todo, los antecedentes me daban como aspirante a la victoria, y es que tanto en 2015 como en 2016 así fue. Pero el año pasado me la perdí y quienes ocuparon las primeras plazas no eran corredores amateur precisamente. Un tal Clemens Bleinstein y Michael Wilms, con marcas por debajo de los 14 minutos y los 15 minutos respectivamente en los 5000 m marcaron un gran nivel. Y este año, aunque se ausentara el primero, el amigo Michael y otros conocidos como Nils Gerber (que me lo puso difícil en 2016), David Maldonado, Iñaki Pujana y Jon Enriquez (habitual en la disputa de la meta volante) iban a poner las cosas muy difíciles.
Así que yo me propuse un top 5, viendo mi nivel en las últimas carreras tampoco vaticinaba algo mucho más ambicioso.
Se dio la salida a las 16:30 desde el Guggenheim. Un tanto lenta, donde enseguida Iñaki Pujana y yo nos pusimos en cabeza marcando un ritmo crucero. Eché la vista atrás y el grupo aún era muy numeroso, por lo que al paso por el Parque de Doña Casilda, hacia el km 2, aumenté el ritmo en busca de reducir la cabeza de carrera.
El siguiente km discurrió por parte de la Gran Vía, pero donde realmente se me pusieron los pelos de punta fue en la subida por Doctor Areilza. Allí escuché los ánimos de muchos conocidos, lo que me dio alas para imponer un puntito más al ritmo, que siguieron sin problemas mis cuatro acompañantes: Iñaki, David Maldonado, Michael Wilms y Jon Enriquez. Miraba con sigilo, estudiaba a los rivales y sorprendentemente no sentía que Wilms fuera tan fino como demostró el año pasado. Seguramente no vino muy en forma... David iba muy bien, aunque en el paso por el Parque de Amezola perdió unos metros en la bajada, pero seguramente fuera un descuido.
Iñaki seguía al frente de la carrera, marcando un buen ritmo y confiando en que alguno de nosotros flaqueara hacia la parte final. Al paso por la meta volante, que se llevó Jon, aumenté de nuevo el ritmo, conocedor de la cuesta que sube desde la Plaza de Toros hacia Rekalde. Conseguí soltar a Jon y ya solo marcharíamos 4 atletas hasta la meta.
La cosa pintaba cara, nadie más parecería flaquear y mis piernas ya no estaban para muchos más trotes. Me puse a "rueda" esperando el ataque de Michael que no llegó. Bajando por Avenida del Ferrocarril noté que aún tenía ritmo, pero que estaba cansado para un sprint masivo. Sabía que Iñaki no suele tener mucho cambio, pero David, como corredor de medio fondo me podía romper fácilmente. Y desconocía el final que podía tener nuestro amigo alemán.
Así que si quería ganar la carrera tenía que jugármela de lejos... Con muy poca confianza lancé un ataque a falta de unos 500 m para la meta. Un poco precipitado, y más cuando vi que todos me respondían bastante bien. Pero solo quedaba la bajada de Gordóniz para hacer el último giro hasta meta. Y coño, las piernas iban, pero yo me imaginaba como en ese momento en el que estás al punto del tropiezo por la velocidad que llevas, me pasaban por la izquierda y por la derecha a toda velocidad. Pero no pasó. Miré hacia atrás en el último giro. Venían a 3 o 4 metros, pero ya estaba, iba a volver a ganar!!!
La sensación fue la mejor de las 3, porque mis rivales eran muy buenos y porque significa una victoria sobre una lesión que ha tardado un año en eliminarse. Por eso, porque fue en casa, rodeado de grandes amigos que tengo en este deporte: Ruso, Pascu, Héctor... y como no, Saioa, que volvió a su nivel después de haber sido madre de nuestro hijo, que también nos esperaba en meta... ¿Cómo no me va a gustar esta carrera?
Y como no, a la organización, que quiso contar conmigo para la carrera. ¡Espero poder estar el año que viene!