El sábado pasado tomé parte por segunda vez en los 10 km de Oñati, una prueba que hace unos años contaba con una participación de atletas internacionales de alto nivel. Ahora, la carrera cuenta con otro tipo de corredores: atletas vascos, de todos los rincones de Esukal Herria.
La carrera, programada a las 7 de la tarde, prometía ser de pura supervivencia. El calor quiso unirse a la fiesta a la que acudimos 19 atletas. Y otro calor, el del público, que siempre sale a las calles del pueblo a ver la carrera, nos empujaba desde el otro lado de las vallas. A pesar de los 33º, un escalofrío recorría nuestra piel al ser presentados uno a uno ante la gente. Y es que siempre es un placer acudir a esta cita, que cuenta con una organización volcada con cada uno de los corredores.
Y entre tanta élite me encontraba yo otra vez, con el cuerpo pidiéndome un respiro y la cabeza insistiendo en echar el último aliento. Un último esfuerzo de 10 km repartidos en 7 vueltas y media.
Y por fin se dio la salida, lenta, pesada, ya que el sol caía con aplomo sobre nuestras cabezas. Primer parcial en 3:22, muy lejos del ritmo que se dio de salida hace dos años. Iba a costar, y tras varios marcajes entre los más fuertes, donde aguanté con muchas dificultades en las primeras vueltas, decidí perder unos metros en busca de un ritmo más adecuado a mis nuevas características de atleta cansado.
Me uní a Lukin, Ekaitz Kortazar e Iñigo Olano allá por el km 4, donde parecía que las cosas iban a ir mejor. Pero me costaba seguir "a rueda", y tenía la sensación de que me iba a costar lo mismo a cualquier ritmo. Una vuelta después Lukin se dejó caer y los tres nos quedamos luchando contra la adversidad.
A falta de vuelta y media mi cuerpo dejó de hacer caso a mi mente y se separó del grupo. Perseguí, no sin dificultades, la estela de los atletas que me habían acompañado durante medio viaje. El tiempo no iba a ser bueno, iba a distar mucho de ser decente, y es que así era imposible correr.
Llegué 10º, arrastrando los pies sobre el asfalto ardiente y con un crono de 33:56, a casi minuto y medio del ganador de la prueba y de mi anterior marca en este recorrido hace dos años.
En la clasificación se puede observar el nivel participativo y la dureza de la carrera, donde los tiempos quedaron lejos del nivel real de cada uno.
Y es que esta prueba es tan dura como bonita. Cuenta con muchos de los mejores atletas de Euskadi, y así queda demostrado. Un placer compartir unos metros con ellos, y con todo el público que se vuelca en la carrera. Una organización de 10, a la que doy gracias por querer contar conmigo. Eskerrik asko Asier eta guztioi benetan!
Y no me quiero olvidar de aquellos que me acompañan en estas aventuras: Saio, Bittor, Aita eta Ama.
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