Y la cosa pintaba bien, demasiado bien para ser real. Yo tenía la idea clara de ir a arriesgar, así que salí fuerte con la cabeza. Y es que después de correr la Santurce a Bilbao como el otro día estaba muy motivado. Así se iban sucediendo los km y en el 5 ya vi que iba un poco fuera de control. Mi intención conservadora era pasar por este punto en 16:20 - 16:30, pero iba 40 segundos más rápido y la cosa empezaba a liarse. Pero poco más tarde tuvimos un parón que me sirvió para coger aire e ir un poco más cómodo. La verdad es que esperaba a que Gorka Lucena, con el que compartí posición dos semanas antes se descolgara conmigo y pudiéramos hacer la carrera un poco más amable.
Y así fue, pasado el km 8 donde ya empecé a sufrir un poco de flato los dos nos descolgamos de la cabeza. No obstante, el ritmo seguía siendo fuerte, aunque ya se estaba estabilizando. Ya en el km 10 el dolor empezaba a ser insoportable y me paré. Traté de acompasar la respiración y miré hacia atrás, donde venía un grupo de 3. Reanude la marcha con ellos y me hizo especial ilusión que la gente que presenció mi parada comenzara a aplaudir. Fue un momento dulce, y me quise incorporar con ellos. Aguanté un par de km con ellos pero aquello era insufrible, tenía que volver a parar. Sentía que se me escapaba todo, después de tantos entrenamientos, de esperar esta carrera más que ninguna... Todo se iba al traste. Cuando vi al grupo de Unai Uriarte, con Gorka Bizkarra, Sergio y los demás que me animaron quise volver a coger el tren. Allí se iba cómodo, de piernas iba genial, pero no había forma de coger aire, estaba fuera de carrera y la cabeza ya pensaba en la retirada.
Primeros km con la cabeza de carrera
Volví a parar en el 14, ya definitivamente. Me senté en la acera mientras veía a los atletas pasar. Me levanté y volví sobre mis pasos a esperar a Saioa, quizá con ella sí podría terminar la carrera. Por la cabeza me pasaron infinidad de cosas. Mi padre que había venido a verme, mi entrenador, Javi, Kepa, todos... Estaba siendo una situación muy dura. Mientras caminaba en sentido contrario me acordé de lo que había luchado y de que existen más carreras, más objetivos... Mientras, se estaba acercando la liebre de 1h20 y me acordé de Santa Pola y de que había pedido unos días libres en el trabajo para poder ir. Vaya, pero tenía que bajar este año de 1h20 para poder competir en el Campeonato de España. Así que por qué no...
Con Gorka Lucena ya descolgados
Me enganché a ese grupo, el costado ya no me dolía tanto. Era hora de apretar otra vez. Había parado el reloj y minutos antes estaba casi quitándome el dorsal. Le pregunté a un chico a ver qué tiempo llevaba en su reloj. 55 minutos y pico por el km 15. Empecé a correr y otra vez volví a ser yo, aunque lejos de mi ritmo incial fui adelantando a gente y reencontrando sensaciones. Por suerte Pedro y Álex estaban con la bici y pudieron darme ánimos para acabar en buena parte del recorrido. Esto me hizo recuperar la ilusión y terminar la carrera en 1:17:51, que curiosamente no es la peor marca en media maratón desde que estoy federado.
Hoy, con la mente fría y las ideas más claras saco varias conclusiones:
1. Tengo que controlar esto del flato.
2. En esta época del año tengo que ser más coherente con mis ritmos y quizá no arriesgar en una media. No puedo pretender tener el mismo ritmo que tengo en primavera-verano y tengo que ser consciente de mis limitaciones.
3. Está claro que tengo un ritmo bueno de carrera y que estoy en forma (pasé el 10 en 32:30).
Esto es parte del deporte, y creo que hay que pasar por aquí alguna vez. Pero espero que no sea el factor común en Vitoria... Por suerte ya tengo un nuevo objetivo, y si no es ese habrá otros. No queda otra que seguir entrenando, porque esto no ha acabado.
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