Por fin llegó la primera carrera de la temporada en la Milla de Berango. Desde el día 6 de abril, que disputé el Duatlon de Gernika y que agravó mi lesión, no había vuelto a ponerme un dorsal (a excepción de la carrera de Romo en la que acompañé a mi hermana).
A las 18:20 comenzaría una prueba con una distancia que no afrontaba desde 2010. Por delante 3 vueltas y 1,6 km. En la salida muchas caras conocidas, en total 22 corredores, muchos de ellos mediofondistas, y yo. Pero no estaba la cosa como para pensar demasiado. Salida a tope y yo a la retaguardia, en un segundo grupo. Los giros eran muy duros y la cuesta de la contrameta algo más dura de lo que al principio se intuía, ¿aguantaría mi rodilla? No lo pensé.
El primer grupo de cuatro unidades estaba lejos. Yo me mantenía en una buena posición y con fuerza a pesar del ritmo. Entramos en la última vuelta y me lanzo a por todas, decido hacer un último cambio y me lanzo a por la meta. No tenía ni idea de como iba, estas carreras son así... Finalmente cruzo la linea de meta en 6ª posición con un tiempo de 5:01. El ganador Ataratze Rota tardó 4:49, 12 segundos mejor. Sin embargo, yo conseguí rebajar mi marca en 19 segundos. ¡No está nada mal!
Pero lo mejor está al margen de las marcas y los resultados. Lo mejor es que no hay dolor después de la carrera. Eso es ahora lo más importante para poder afrontar la temporada.
Me despido de esta distancia hasta nuevo aviso y a partir de ahora me centraré al 100% en la Media Maratón, que se sufre menos pero por más tiempo. Es la magia del run run.
¡Nos vemos en las carreras!